
Hay momentos mágicos, no solo por el momento en sí, también por las personas que lo conforman.
Así es como fue el último encuentro de yoga que hicimos en la playa. Intimo, suave y poderoso.
Perfecto aun a pesar de que estaba nublado. Para no olvidar aunque solo hayan quedado fotos del principio y del final.
El proceso fue un sumergirse, un conectar con la vibración cristal, una sadhana para aprender cómo establecer esa conexión.
Un mineral como puerta, como aliado, como una clave, una señal…
Sugilita, cuarzo rosa y amatista para purificarnos de lo negativo, sublimar, transformar, amar y amarnos, curar, y libres para soñar despiertos.
Y bajo la presencia del ser, el agua de mar como conductor de la dinámica del va y viene.
Pues sí, a pesar de las imperfecciones, muy bonito el momento.
Gracias
