MAÑANA ESTARÁS MEJOR

Mañana estarás mejor ¡Pero mañana no existe!” Esto leía en una ilustración de Helena Anillo en Instagram. Me hizo reír y también reflexionar y recordar otra frase muy popular: sólo existe el momento presente.

Uno tiene sensaciones, emociones, sentimientos… Pensamientos negativos que no le hacen sentir bien. Uno se dice a sí mismo: mañana sera otro día; otros le dicen ¡mañana estarás mejor!… Sea como sea, hay implícita una huida del momento presente. Pero el momento presente es lo que es, uno se siente como se siente, aunque eso que uno sienta o interpreta como el momento presente sea solo una parte de la totalidad.

Estar presente en el ahora cuando todo es de color de rosa es fácil, pero puede que también suceda una huida. Uno esta divirtiéndose, viviendo cosas hermosas, disfrutando de una buena compañía, en su mejor momento… Y de pronto un pensamiento intruso aparece: ¡no quiero que esto termine! El miedo hace aparición, el tiempo vuela sin darnos cuenta y puede que nos quede la sensación de no haber aprovechado el tiempo o hecho todo lo que nos hubiera gustado.

El paso del tiempo puede transcurrir lento o rápido pero, ¿qué es el tiempo si todo es AHORA? Y… ¿A quién le gusta o disgusta una situación? Y… ¿Cuál es la realidad de una situación?

El ego huye del momento presente cuando algo no le gusta y también cuando algo le gusta. En lo primero porque puede que haya dolor, aburrimiento, inquietud… En lo segundo porque tememos que acabe, con lo que dejamos de disfrutar. Cuando el ego está presente, el tiempo también.

El presente sólo es ahora ante la presencia del Ser más allá del ego. Pero el Ser lo sentimos como separado del ego, creemos que es algo que hay que alcanzar. Olvidamos que el ego sólo es un vestido del Ser, y que el tiempo subjetivo está ligado al ego (y el tiempo objetivo va ligado al yo soy, un ego por así decir existencial). Es cuestión de perspectiva que una situación revele la totalidad de lo que está presente.

Pero dejemos la metafísica y vayamos a lo práctico. El ego esta ahí, y el ego necesita tiempo para aceptar, integrar y trascender.

Cuando la lectura del libro de la propia vida se ha vuelto complicada se desea pasar página. Se puede hacer eso sin haber entendido nada, o releerlo de nuevo hasta que se entienda. ¿Pero qué implica releer de nuevo un capitulo oscuro o difícil? Implica aceptar, vivir ese instante, permitirse estar mal sin luchar contra ello evitándolo, hasta que un día han pasado horas sin caer en la cuenta de que estabas mal. Y es ahí donde el ego lo supera… Pero dicho instante puede crear apego. Hasta dicho instante el ego no estaba apegado al dolor, necesitaba ese proceso, hasta que sutilmente, se niega al cambio y se apega. Y si se apega, ha creado una identidad y una película en torno a ese dolor.

Imaginad que alguien a quien queréis ha muerto, y os pasáis tiempo y tiempo sufriendo en ese duelo, hasta que un día no pensáis en dicha persona muerta, pero un pensamiento intruso aparece: ‘eso quiere decir que no le quiero, eso quiere decir que lo olvidaré, eso quiere decir que otro sustituirá a esa persona’… Ese pensamiento intruso y sutil, como avestruz escondiendo la cabeza bajo tierra, es el causante del apego y la perpetuación inútil del dolor. Se dice: “El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”… Pues aquí es donde se aplica.

Y volvamos a la metafísica.

La sensación de “yo” y “mío”… la yoidad… Es lo que Buda llamó ego o neurosis. Ese es el primero de los dos aspectos de la mente. En cuanto al segundo aspecto, surge del primero y es lo que comúnmente se llama emociones. Incluye las emociones de todo tipo: lujuria, odio, envidia, orgullo, miedo y todas las demás. Sin embargo, la palabra emoción en sí es problemática; al llamarlas emociones acabamos viéndolas como algo especial, las vemos como “mis” emociones y ello conduce a una manera bastante malsana de percibirse a sí mismo… Desde el punto de vista budista, el segundo aspecto de la mente no son emociones propiamente dichas… se consideran como pensamientos; son parte del proceso del pensar, una parte más intensa de éste

Extracto de El camino es la meta de Chögyam Trungpa

En el mundo de la verdadera Identidad no hay ni otros ni uno mismo. (…) cualquier cuerpo pasado, presente o futuro, interno o externo, burdo o sutil, vil o noble lejano o cercano, (…) no es “mío”, no es “yo”, no es “mi ser

The Vedanta-sutras with the commentary by Sankayakarya

El ego…es una imagen mental. Esta imagen o auto-concepto se va forjando y engrosando a lo largo de la vida individual… que se sustenta en el tiempo gracias a la memoria. (…) “Ser” afirma Nisargadatta sólo se aplica al ahora” La persona separada es mero pasado que se proyecta hacia el futuro… no se tiene nunca una experiencia del ego en el ahora puro. El yo y el aquí y ahora se excluyen mutuamente… piense en sí mismo como algo momentáneo, sin pasado ni futuro, y su personalidad se disuelve” (…) La raíz de toda auto-identificación o apego es el miedo, el temor al propio vacío personal

La sabiduría de la no-dualidad de Mónica Cavallé en el capitulo: El ego y el tiempo psicológico

Tras estos extractos que nos introducen en la espiritualidad oriental, vemos que hay una Realidad sin forma, vestida por un pensador que se olvidó del Ser. Pero este conocimiento no soluciona nuestros problemas cuando estamos mal y nos dicen: ‘¡mañana estarás mejor!’ o nos decimos: ‘¡mañana sera otro día!’ En tales casos el ego tiene que trabajar con el ego, y eso nos introduce en los diferentes niveles del ego, del yo y la multiplicidad del Ser.

En la cábala podemos identificar 4 niveles del ego (hay más de 4 planos, pero no entraremos ahí). El ego en el diagrama del árbol de la vida psicológico esta identificado con la sefirá de Yesod. Por tanto hay un Yesod (ego) por cada plano (acción, formación, creación y emanación) y cada plano también esta asociado a un elemento (tierra, agua, aire, fuego). Así tenemos un ego relacionado con nuestro plano material, sentimental, emocional y espiritual. Y por supuesto este ego, que se le llama ego solo en el plano psicológico, no es la única envoltura de individualidad. Por encima de Yesod está Thiferet, que en en plano psicológico se relaciona con “el yo”. A Keter le corresponde la denominación de “Yo Soy”, que también podría ser multiplicada en cada plano de existencia.

Volvamos al ego que trabaja con el ego.

Una parte de esto permite darse cuenta que hay un ego por encima de cada ego y así sucesivamente. Y que a la par pone en marcha otros niveles del “Yo” y del Ser. Otra parte de ese ego frente al espejo evita la huida. Si estoy triste, estoy triste; si estoy rabioso, rabioso… El reconocimiento forma parte del proceso de aceptación y comprensión de lo que nos ocurre para poder pasar página ante el dolor; o celebrar alcanzar la cima de la montaña sin temor, por medio de un yo unificado que supera el mundo de la fragmentación y disuelve el tiempo en la eternidad.

Ese ego que se reconoce frente al espejo creará otro envoltorio que le permitirá una mayor perspectiva. Y reconocer que además de ese sentir del que es consciente en el momento presente, también hay otros sentires.

Y vamos a otros extractos interesantes 🙂

El “Yo” es la unión entre el “yo mental” y los “palacios” (a lo que podemos denominar como el yo exterior) (…) ”Los palacios hacen referencia a los diferentes tipos de percepción que se producen dentro del yo mental en relación a las siete dimensiones inferiores del Árbol de la vida psicológico (dentro del universo de Yetzirá)

Mario Javier Saban en La psicología del misticismo judío en el capitulo ¿Qué es el Yo?

El yo es un producto del orden espacio-temporal y, por tanto, una ilusión si la percibimos desde el mundo superior, y es real dentro de las variables del mundo inferior. (…) Comprendiendo las equivalencias energéticas entre el Yo y el No-Yo (la totalidad fuera del Yo) porque tanto mi Yo como el No-Yo se encuentran participando de la misma realidad… En realidad, la posición mental del No-Yo es una estado avanzado de consciencia del mismo yo (…) Si liberamos la energía psíquica con la cual operamos para defender nuestra identidad fragmentaria tomando consciencia de la totalidad de la consciencia universal dentro de la manifestación, ahorramos energía psíquicas para crecer en el orden de la consciencia general, y no en el orden de la defensa egoica en en plano de la fragmentación.

Mario Javier Saban en La psicología del misticismo judío en el capitulo El yo interior

Ciertamente, tanto en el Budismo como en el Hinduismo hay diferentes denominaciones para los niveles del Ser, del no-Ser y del vacío. Todo esto es muy amplio, así que volvamos a la huida del ego del momento presente, pongámoslo en situación y perspectiva con la idea de aceptar y dejar de negar lo que nos ocurre. Y dejemos la metafísica para quien quiera vivir sin cabeza, para quien ante el disgusto o el gusto se pregunte: ‘¿a quien le gusta o disgusta?’… ¿Quién soy yo? Era el objeto de meditación de Ramana Maharshi. Llevemos eso al momento presente, y desde ahí vayamos desgajando la cebolla, llorando y riendo mientras descubrimos los distintos niveles de la verdad del Ser.



Texto de: Ana Thiferet

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