… La mente desde que tenemos uso de razón recuerda que imagina y sueña, aunque habría que hacer una clara distinción entre la imaginación de un niño y la un adulto, ya que la de este último anda algo atrofiada y perdió la creatividad para sólo repetir y proyectar las imágenes en los sueños de contenido subconsciente y en los ensueños voluntarios más cerca de la fantasía que del arte de crear. Dejando aparte este tema, voy a centrarme en esta entrada en el desarrollo de la visión interior como una vía de autoconocimiento, introducción, preparación e iniciación en el plano astral que forma parte del camino hacia la espiritualidad pura sin objeto de percepción. No entraré en el significado ni sentido que podemos interpretar de las mismas.

Lo habitual al inicio de esta práctica visionaria es observar la pantalla mental. Cuando meditas o cuando intentas atravesar conscientemente el umbral entre la vigilia y el mundo onírico. Cuando observas ese espacio detrás de los parpados cerrados sin proyectar nada puedes percibir un baile de puntos de colores que tintan de la pantalla mental más o menos superficie. Ese espacio interior no es completamente negro, esa oscuridad contiene chispas de luz que vibran.

Con esta práctica de atención es fácil que en algún momento, involuntariamente, aparezcan imágenes de la misma sustancia de los sueños, estas son de una naturaleza algo distinta a las de las películas fantasiosas que el ego alimenta. Aquí nos daremos cuenta que podemos dirigir esta tendencia inconsciente, así es como se despliegan las meditaciones guiadas en las que seguimos un patrón que el ego controla hasta que toman vida propia. Hay que estar muy atento para discernir.

Esta etapa puede durar mucho tiempo pues requiere desenvolverte en la profundidad y las diferentes perspectivas de los paisajes y personajes que aparecen. Una observación que hice al respecto fue darme cuenta de que sólo visualizaba el lado frontal y derecho en las visiones y entonces fue cuando la curiosidad me llevo a intentar completar la imagen y mirar hacia ese lado oculto, me gusta definirlo “ángulo muerto” como el de los retrovisores en los coches.

Le sigue que nos incluyamos en las visiones. Visualizas los pies o manos hasta aumentar esa percepción de uno mismo aplicando técnicas más elaboradas donde se desplaza el punto de atención hacia atrás. Normalmente esta técnica acompaña a la práctica de la salida astral consciente en la que intentamos sentir y percibir el cuerpo energético.

Todos estos ejercicios mentales activan el cuerpo de luz …

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EL DESARROLLO DE LA VISIÓN INTERIOR — Thiferet y el arbol de la vida

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