
Hace mucho que no escribo por aquí… Hace poco empece a leer un libro llamado Kintsukuroi, el arte de curar heridas emocionales, de Tomás Navarro. Está bien, aunque me hubiera gustado saber más sobre el arte con el que titulaba el libro, aun así me dio ganas de indagar más en el Kintsukuroi y me recordó a la meditación del sendero 23 del árbol de la vida descrito en Los Senderos Brillantes de Dolores Ashcroft-Nowicki. Así es como nace esta entrada y la intención de relacionar todas estas ideas.
Al sendero 23 le corresponde la letra hebrea MEM, que significa agua, y la carta del tarot del Ahorcado. En la presentación del sendero de dicho libro aclara que esta meditación está pensada para el ascenso por el árbol, y cito textualmente: “Si tuviera que elegir un símbolo para este sendero, elegiría un cacharro de arcilla”. Según la Wiki el Kintsukuroi es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.
En la meditación de dicho sendero introduce a Khum, un herrero divino, antiguo Dios Egipcio, que moldea los cuerpos de los hombres con arcilla para que el Dios Ptah los llene con el aliento de vida. En el trascurso de dicha meditación, el herrero divino moldea al que medita y lo cuelga boca abajo dentro de un gran horno en el que el fuego, que en realidad es una intensa luz, hará arder la escoria y mostrará nuestras debilidades e impurezas en cada una de las grietas que salen en esa cascara de barro. Para la reparación que hay que hacer en este lugar se nos dan dos elementos, el fuego y el agua.
En el otro libro citado arriba encontré una bonita historia sobre Sokei, al que se le rompió una pieza de cerámica muy querida. En el capítulo Conecta con tu fortaleza emocional de dicho libro encontramos esta entrada: “Sokei se secó las lágrimas. Abrió los ojos y esbozó una tímida sonrisa. Por fin se sentía fuerte, por fin se sentía seguro como para empezar a recomponer el cuenco. “No importa lo ocurrido – Se dijo. – Lo que realmente importa es lo que ocurrirá a partir de ahora.””
A lo largo de este libro encontramos muchas ideas para comprender y afrontar el dolor emocional; en otro de sus capítulos descubrí el termino japones ikigai, tu motivación y razón para vivir.
Entrada mucho más extensa. te invito a seguir el enlace para completar la lectura –> KINTSUKUROI Y EL SENDERO 23 DEL ÁRBOL DE LA VIDA — Thiferet y el arbol de la vida